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Need small help in translation from spanish.
Who Killed Bambi:
Hi, I ll be really happy if someone can translete into english introduction from C. Marlowe Faust by Hugo from spanish to english. there is 37 pages from small book and this can make You, really good Translator happy (maybe) and i ll be happy if i ll be able to read Faust-Real-Life-Person small story by V. Hugo.
Small book cover :
Here is spoiler:
(text by 3 parts (20k letters leght))
El año 14G2, un Juan Fausto, que se decía ciudadano
de Maguncia, fué cá Paris y obtuvo una
audiencia del Rey Luis XI, al que hizo un regalo
muy raro. Consistía en una magnífica Biblia en
fóleo, que dicho Fausto afirmaba haberla copiado
y escrito toda él mismo de su propia mano, con
el propósito de ofrecerla al rey cristianísipio.
Luis XI aceptó el presente, tomó el libro, fué foleáudolo
y quedó maravillado de la letra de Fausto.
¿Cómo este hombre había podido trazar aquellas
letras tan netas y uniformes? ¿Con que pluma
ya fuese de acero, ya de bronce había formado
aquellas mayúsculas monumentales? ¿Donde había
hallado aquella tinta roja que parecía estaba mordiendo
el papel vitela con singular tenacidad? Sin
embargo, Fausto declaró que allí no había ningún
misterio, y que aquella obra era simplemente una
caligrafía ejecutada con más paciencia que Ia"^s
otras. Añadió que él era un pobre hombre que
para alimentar á su familia se veía obligado á
copiar viejos manuscritos, y que á fuerza de vigilias
y perseverancia había llegado á transcribir
de la manera que se veía cierto número de Biblias,
y que .se tendría por muy dichoso si llegaba á
obtener la autorización de ponerlas en venta en
Paris. El rey, extasiado por el presente, le acordó
el permiso sin pensar en las consecuencias, y
Fausto hizo depositar en muchas librerías de la
ciudad todos los ejemplares de la Biblia que habla
traído de Alemania.
La especulación tuvo un éxito feliz, pues se despachó
gran número de ejemplares; pero lo más
sorprendente era que á medida que se iban vendiendo
se multiplicaban. Apenas una Biblia habia
desaparecido del escaparate de una tienda, cuando
al instante aparecía allí otro ejemplar recienmente
escrito. Verdaderamente era preciso que el
copista estuviera dotado de una actividad sobrehumana
para poder reproducir con tal presteza
estos grandes in -folios. YA negocio marchaba A las
mil maravillas por no decir miraculosamente; mas
Fausto no habia contado con los frailes de Paris,
con esta buena gente que desde muchos siglos
gozaban del privilegio de la venta de los manuscritos.
Bien pronto aquellos santos varones se
sintieron mortificados de los celo.í que despertó en
su ánimo este formidable competidor, sin saber de
donde habia salido, y que por sí solo daba 61
en un dia más ejemplares que en un año un convento
entero. En virtud de sus quejas la Universidad
decretó una pesquisa; y fueron embargadas
todas las B:blias sospechosas. Mascualfué la estupefacción
de los religiosos fanáticos y su indignación,
cuando se apercibieron deque, aparte algu-_
ñas iniciales, que en cada ejemplar estaban pintadas
de diversos colores, todas estas Biblias eran
absolutamente iguales! Su asombro negaba lo que
veían sus ojos. Por todo y en todas las páginas que
sucesivamente se correspondían en estos enormes
iii-folios, la foi-rnn de cjida letia era la mia;;!a!
Igual el lugar en que estaba colocada cada letra!
y uno mismo el corte de cada linea! Si por casualidad
en alguna parte el copista habla cometido
una falta de ortografía, esta faltase encontraba
repetida en todos los ejemplar<is! Ue aquí pueden
colegirse los clamores de la frailería. No cabía la
menor duda, todos estos manuscritos hablan sido
copiados con una plunja infernal. Y por haber
tenido la osadía de reprodxicir la palabra de Dios
con semejante tinta, el copista evidentemente
tenia que haber hecho un pacto con el diablo. Este
Juan Fausto, pues, era un brujo.
En el siglo XV no se necesitaba más para que
un hombre fuese qusmado vivo Formóse á Fausto
un proceso criminal; todos los libreros que habían
vendido Biblias de esta especie fueron encarcelados
y puestos en tormento; Fausto preso, acusado,
JTizgado y debidainente condenado como mago.
Los haces de la leña estaban ya amontonados, la
antorcha encendida, y agolpada la muchedumbre
en la plaza de la Gréve para presenciar la ejecución,
cuando se supo que el calabozo donde habia
sido encerrado el condenado fué encontrado vacio.
El brujo habia con.seguido escaparse. ¿Pero cómo?
Esto es lo que nunca ha podido explicar la crónica.
Esta evasión era debida á algún ardid del
encarcelado ó á la intervención de algún elevado
personaje? No se sabe, más los frailes afirmaron
que era debida á la protección del diablo.
Sea lo que fuere, Fausto, asi que se vio fuera del
encierro, pensó, que lo único que le quedaba que
hacer era volverse lo más presto posib'e á Maguncia
su ciudad natal. Mas no habían concluido sus
tribulaciones. En Maguncia tenia Fausto su labo
ratorío, esa oficina sospechosa en donde había fabricado
todas las nuevas Biblias, empleando er
ello una docena de operarios á quienes había exigido
juramento de que jamás revelarían el secreto
de su arte, los cuales probablemente estaban afiliados
como él A lí^ grande cofradía infernal. Ahora
bien, eu Maguncia lo mismo que en París había
frailes. Estos, que se veían arruinados por el nuevo
invento, amotinaron al pxieblo, y, el 27 de Octubre
de 1462, la casa de Fausto fué tomada por
asalto, saqueado su laboratorio: todo fué roto,
retortas, alambiques, aparatos para fundir metales
y aquellas diabólicas prensas que escribían
solas, los cuadros cabalísticos en donde ¡oh profanación
suprema! las letras del alfabeto estaban
grabadas al revés. Los obreros de Fausto huyeron,
dejaron á Maguncia, se dispersaron por todos
los países, 6n Francia, en Italia, en Esi)aüa, en
Polonia, y esparcieron por todo la invención, cuyas
maravillosas recetas les habían confiado
Fausto y su cuñado Schoeffer.
Todos estos reveses no quebrantaron la tenacidad
del brujo. Como era el clero su perseguidor,
Fausto se veiígó del clero. Hasta entonces no había
puesto en circulación más que libros ortodoxos,
Donatos, Speculum, salterios paia Imágenos, un
Catholicon eu UGO, y una Biblia en 1462. Mas esta
vez hizo escribir por sus adeptos un libro pagano,
á saber, el tratado de Cicerón, titulado: De Officiis.
Este volumen de pequeño tamaño en fóleo, compuesto
de veinte y siete hojas en líneas prolongadas,
termina por esta rriisteriosa inscripción eu
grandes letras rojas:
Prcesens Mauci tullí Ciceuonis Claríssimum
Opu.s Joannes Fau.st Maguntinus Civis, non
ATUAMKNTO, PI.UMAMS CANNA N.KQUK ^ErKA, SED
ARTEQUADAM PERPULCHRA PkTRI MAN'K Pl'ERI MBI
FBMCITER EFFECI.
FlNITüM ANN-0 MCCCCLXV
Cual fuese este arte uiag-nifico por aí-.s' pulch)\t
de que se había valido, Fausto se guardó muy
bien de decirlo; hizo doscientas cincuenta copias
de la obra profana, volviendo secretamente á París,
acompañado de una mujer y de un niño. Felizmente
para él. conocía allí á ua magistrado amigo
de las bellas letras, Micer Louis de la Vernade,
á quien ofreció uno de sus ejemplares, (a) y gracias
sin duda á esta elevada protección pudo venderá
hurtadillas cierto número de DeOfficiis. Mas
esta sacrilega propaganda no podía quedar impune
por mucho tiempo: no tardó en declararse en
el mismo París una peste, una horrible peste; perecieron
de ella cuarenta mil personas, y en medio
de tan espantosa catástrofe, desaparecieron
Fausto, y la mujer y el niño que había t raido consigo,
sin que después se haya oido hablar jamás de
él. Esto sucedió en 1466.
El clero, que siempre es lógico, no tardó en calificar
esta súbita desaparición de un castigo del
cielo. Así la vida como la muerte del doctor Fausto
eran un ejemplo que no debía quedar perdido
para el género humano; era preciso que este castigo
providencial sirviese de lección á todos aquellos
que como el brujo alemán, se viesen tentados
de renunciar á Dios para entregarse á la práctica
de las ciencias ocultas. Llevados precisamente de
esta idea edificíiate, escribieron los frailes alemanes
tantas biogTal'ias de Fausto, contándose entre
ellas la leyenda qne Palma Cayet tradnjo al francés
á fines del sigio XVI.
Esta leyenda, que causó un efecto admirable en
Francia y en Inglaterra, contiene tan curiosas revelaciones,
que no podemos menos de analizarlas.
Si hemos de creer á su bióg-rafo católico, Fausto
era hijo de un campesino de Weymar. Uno de sus
tios, rico ciudadano de Wittemberg, y que no tenia
hijos lo habría adoptado, alimentado y mandado
á la escuela á estudiar la teología. «Ordenaido
ya de doctor Fausto hubo de oír contar que en
«Cracovia, reino de Polonia, existia una gran es-
»cuela de magia, que se entretenía por pasatiempo
»en averiguar la inteligencia de ciertas palabras
»caldcas, persas, arábicas y griegas, de figuras,
^caracteres, conjuraciones y encantamientos, y
»voces semejantes, que ])odemos llamar exorcisímos
y sortilegios, y de otras producciones desig-
•>nadas expresamente por los nombies de artes
»dardánicas, nigromancias, encantamientos, bru-
»jerias, adivinaciones, encantaciones, y de otros
»tales libros, palabras y términos comprendidos
»bajo d*'. cualesquiera otras denominaciones en
;)este género. Todo esto fué muy del gusto de
^Fausto, tanto que lo estudiaba noche y día; de tal
smanera que en adelante no quiso que se le 11a-
»mara teólogo. Así fué que se hizo un hombre
»muudauo, titulándose doctor en medicina, astró-
»Iogo y matemático. De aquí en un instante se
»hizo droguista; empezó por curar en muchos pue-
»blos con drogas, yerbas, raices, aguas, pociones,
srecetas y lavativas. Y después, sin qué ni para
»qué, se metió á sei' un buen hablador, como que
estaba muy versado en la divina escritura. Mas,
conforme dice muy bien la regla de Nuestro Señor
Jesucristo: «el que sabe la voluntad de su
«Maestro y no la practica, este será apaleado por
el diablo.»
«ítem: Nadie puede servirá dos amos.»
«ítem: No tentarás al Señor tu Dios.»
No debemos dejar pasar desapercibido que Fausto
tenia de criado un joven llamado Cristóbal
Wagner, al que, aunque recogido de la calle porilioseando,
llamaba su hijo. Este chico aunque
cojo y caminando de soslayo, iba por todo á cumplir
los mandatos de su amo.
Peio no era bastante para Fausto ser un hombre
del mundo, doctor en medicina, astrólogo,
matemático y buen decidor; preciso era t£vmbién
que renegase de su Dios. Entregada su alma á su
capricho y saltando por encima de todo, se fué á
un espeso y oscuro bosque situado no lejos de Vittemberg,
llamado el bosque deMangealli. «En este
bosque al oscurecer y en una encrucijada de cua-
»tro caminos trazó con un palo un circulo redondo
»y dentro de este otros dos circuios. Hecho esto
«conjuró al diablo entre las nueve y diez, y en
fuerza del conjuro, el diablo se manifestó al instante.
» El diablo apareció primeramente bajo de
la forma de un grifo, después en la de un dragón
oliendo á axufre y dando resoplidos; luego en la
de una estrella, enseguida en la de una biga de
fuego, y poi fiu en la foima de un monje gris. Asi
que el diablo hubo tomado este último aspecto,
Fausto le pidió le dijese su nombre, á lo que le
respondió el diablo que se llamaba Mefistófeles.
En esto, Fausto en extremo fascinado, resolvió entregar
su alma al diablo; hizole pues á esto un bi
Hete, esevito y firmíido con su propia sangre, en
términos que con él renunciaba A todo lo que durante
la vida pertenece al Soberano celestial, mas
bajo la condición de que Mefistófeles, criado del
príncipe infernal del Oriente, mantendría, gobernaría
y conduciría a! dicho Faxisto duiante veinte
y cuatro años, proveyéndole de todo lo necesario
á su alma, á su carne, íi sii sangre y ú su salud. >'^
Mientras le estaba redactando este billete, el doctor
«vio escrito en su mano como con sangre de
muerto estas ¡lalabra.s latinas: ¡O homo fug<'! que
quieren decir: Oh hombre, huyo de aquí y obra
bien.» Mas Fausto no hizo ningún caso de esta
advertencia. Arrojó esta obligación al diablo, diciéndole:
Tú toma tu billete Tomólo Mefistófeles,
y aún exigió que Faiisto le sacnse de 61 una copia,
lo que ejecutó el desdichado Fausto.
Ahora pues, ¿cuales son las felicidades que el
diablo le proporcionó al doctor durante los veinte
y cuatro años de piaceies que le había prometido
como precio de su ¡ihna? Acerca de este punto oigamos
la leyenda. Tn dia Fausto tenía convidados
amigos á. comer, pero su cocinero se hnbia descuidado,
lo que le puso en gran conflicto Felizmente
en casa de un vecino tenían preparada una
opípara comida de bodas. Mefistófeles, con la mayor
frescura, entra en casa del vecino (que era un
rico y honrado ciudadano) saquea las provisiones,
echa mano de todo, de aqíií toma xma gallina, de
allí un ánade y de más allá gruesos pescados, y le
lleva á su amo un completo servicio de todos manjares
en disposición de ser comidos. Pero no todo
consiste en comer: también debe beberse, y no había
vino. En un abrir y cerrar de ojos Mefistófeles
parte á Florencia, rompe las puertas de la bodega
il'í Foiigres, y vuelve cariiado de botellas. ¿Qué
también quieren postres? Mclístófeles es un buen
diablo: hace quebróte de la mesa una cepa cargada
de uvas. Fausto invita á sus convidados á
que cada uno arranque de ella un racimo; estos lo
prueban pero en. vano, pues el tallo es tan duro que
se resiste á los cTichiJlos. Entonces Fausto sale por
un momento: a vista de esio se levantan todos los
convidados, y se les vé en actitud de cortarse las
narices los unos á los otros. La broma paró aquí.
Como los cuchillos están perfectamente afilados,
cada convidado puede cortar con facilidad un racimo
de excelente uva.
Otra vez Fausto tuvo un capricho bien natural;
desea visitar su futura patria, el infierno; nada
más fácil. A eso de media noche se le presenta un
demonio llamado Bel/.ebuth, llevando en las espaldas
una silla de osamenta. Monta encima Fausto;
toma Belcebuth el galope, llevando á su caballero
acierta región del aire donde este queda medio
dormido «á la manera que cuando alguno se
mete en un baño de agua caliente.» Una vez poseído
de este delicioso sopor, se para Belzebuth
encima de una elevada montaña en lo más alto de
una grande isla, donde estalla el rayo con tan
atronador ruido que Fausto despertó. Entretanto
para que su visitador no perdiese ánimo, sopló ei
diablo un poco de aire que le refrescó y recreó, haciendo
al mismo tiempo que sonaran ciertos instrumentos
que producían una música muy agradable.
Atraído Fausto por este concierto no titxibeó
en seguir más adelante, por lo que escitó á
Belcebuth á q\ie continuara el viaje. Este, como
corredor obediente echa á andar llevando á mi
Fausto de sorpresa en sorpresa. Lo primero que
encontró Fausto fué un grandísimo escarabajo j
alado con enormes cuernos que quería precipitar-
'
le al abismo; llegado después al hondo de una ca-
'
Who Killed Bambi:
part 2
'
verna, se encontro circuido de innumerables gusanos
y otros bichos hedioudos; vinieron enseguida ?
osos luchando con culebras; por fin, en lo mas elevado
de una torre parecio un grande toro alado,
que echandose con furia sobre Fausto, le derriba
de su silla dejandole malparado. Asi desarzonado ?
el doctor, se silente caer en un abismo todavia mas '
hondo, recibiendo grandes heridas que le arrancan
un lastimoso grito, creyendo haber acabado todo .;
para el; mas aun no habia llegado al fin. Despues
de haber sufrido el rudo ataque de un viejo y ra- ?
bioso monote que le atormento cruelmente, toda- I
via consigue escurrirse y atraviesa sucesivamente i
una niebla tan espesa que no ve nada absoluta- J
mente; despues una tenebrosa y hedionda nube; '|
luego una aguii espesa y tempestuosa, en la que 'e
quieren sumergirle dos dragones; enseguida un ;;
espeso vapor de ardiente calina, y toca por fin el
(j
fondo del abismo que era concavo y lleno de rocas i
puntiagudas en el centro. Parose alli como si es- t
tuviera muerto, mas, sintiendose aun vivo, se \i
decide a abrir los ojos, pero no ve ni oye r.ada.
Sin embargo, despues de algunos minutos, distingue
un poco de claridad, hacia la cual se arrastra,
y por fin llega a una grande hoguera en laque ve
que se estan asando algunos ciudadanos, emperadores,
reyes, principes, senores y gente de guerra fj
a millares, todos muv bien ataviados. Este era el \
fuego del infierno. Cerca del fuego veiase una -4
grt^nde caldera llena de agua, de la que bebian E
algunos, otros se refrescaban, banandose en ella, 5^
v otros saltando de la caldera, echaban a correr a "'
calentarse al fuego. El doctor Fausto entro en el
fuego, del que quiso sacar un alma condenada, y
cuando pensaba que la tenia agarrada de la mano,
se le escurrio de golpe hacia atras. Pero ya no
le era posible permanecer por mas tiempo alli por
ei excesivo calor; y, como mirase a uno y otro
lado, ht! aqui que ve venir al dragon o sea Belzebuth
con su silla, en la que se sento Faiisto, y asi
empezo a subir.»
Los diablos, como gente bien educada, no podian
dejar de volver a Fausto la visita que les habia
hecho. Tuvo pues Fausto el insigne honor de
recibir en su casa a ios siete principes del infierno,
cuyos trajes de distinguidos visitadores describe
la leyenda con minuciosidad. Belzebuth, al que
ya conocemos, iba esta ve/ vestido de buey, con
dos espantosas orejas, y el cabello pintado de todos
colores, pero s empre con su cola de dragon.
Lucifer llevaba un traje de hombre, era cabelludo
y picoteado, y su color como de bellotas rojizas de
encina. Astaroth tenia la figura de una serpiente;
su cola colorada como los ladrillos refractarios,
dos patas muy cortas enteramente amarillas, el
vientre entre blanquecino y amarillento, el cuello
color de castana, y una punta a manera de lanza
o dardo, como el erizo, que sobresalia del resto
como dos dedos. Satan hecho un asno, tenia los
cascos de las patas largos de dos varas, llevando
la cola de gato Anabry era un perro negro y
blanco con las ovejas de ocho varas de largo.
Dythican tenia la forma de una perdiz, solo que
su cuello era enteramente verdoso y mosqueteado.
Drac parecia como u.ia llama azul con una cola
rojiza. Y por fin Belial, el mas importante de todos,
presentose en forma de elefante; tenia el espi
nazo negro, Jas orejas colgantes, los ojos llenos de
fuego, sus grandes colmillos blancos como la nieve
y la trompa de seis varas de largo. Sus Alttsas
honraron con su presencia sentandose al rededor
de la estufa de Fausto.
Con todo, esta existencia de alegria y de vanidad
no podia durar siempre. El termino fatal se
acercaba. Los veinte y cuatro anos hablan transcurrido
y a Fausto solo le quedaba un dia de vida.
En tal situacion el doctor se fue a encontrar a algunos
bachilleres y estudiantes, antiguos amigos
suyos, los reunio convidandoles a una esplendida
cena en la aldea de Ramlique, situada a media legua
de Wittembeig. Concluida la cena, dijo Fausto
a sus amigos que tenia que pedirles un favor,
que consistia en que tuviesen la bondad de dar sepultura
sagrada a su cuerpo la manana del dia
siguiente. Los estudiantes se esclamaron sorprendidos
al oir tan funebre idea, y tan mal sonante
despues de una opipara cena. Mas Fausto les explico
luego el irrevocable pacto que habia celebrado
con Meiistofeles, los terminos en que estaba
concebida la letra, pasada A la orden del diablo a
veinte y cuatro anos fecha, anadiendo que el demonio
iba k presentarsele para ser pagado con el
alma que le era debida. Los estudiantes le reprendieron
agriamente a Fausto por no haberles prevenido
a tiempo de lo que le pasaba, pues le hubieran
podido arrancar de las garras de aquel
usureio con la ayuda de buenos teologos; mas ya
era sobrado tarde. Frusto habia consumido loveinte
y cuatro anos de loca juventud que el dias
blo le tenia prestados, y preciso era que el diablo
fuese reembolsado. No le quedaba pues otro re
lurso al doctor que el tenei' pronta, su alma para
completar el cambio
Sin embargo, los estudiantes eran buenos companeros:
pondran todo su cuidado en enterrar a
su amigo: a este efecto se ofrecieron A esperar
con intrepidez a que el diablo se presei.tara.
Acepto Fausto tan generoso ofrecimiento, despidioles,
y se quedo solo encerrado en su cuarto. Entre
las doce de la noche y Iftuna de la madrugada,
sobrevino un furioso viento que hacia bambolear
la casa por sus cuatro costados; los estudiantes
creyendose perdidos, saltaron de sus lechos, animaronse
reciprocamente, y convinieron eu no salir
de su aposento. Entonces oyeron horribles silbidos
y ahullidos espantosoi, 'como si la casa estuviera
llena de serpientes, culebras y de otras
bestias ruines y asqueroscis, y en medio de los
ahullidoa, los gritos de ?socorro! al ?asesino! dados
por Fausto con pena y voz ahogada.» Restableciose
luego la calma \- todo quedo en un completo silencio
Al amanecer los estadiantes entraron intrepidos
en el cuarto del doctor; vieron su sangre
derramada por todo; sus sesos, sus ojos y algunos
dientes pegados por las paredes, su cuerpo, encontrado
fuera del cuarto, horriblemente mutilado;
aplastada la cabeza y quebrantados los huesos.
Los estudiantes, despues de reunidos estos
re.^tos, los enterraron piadosamente; y regresando
a Wittembeig, contaron alli el triste fin de su
«Oiiipanero y maestro.
vAsi concluye la historia de Fausto para ins-
»truccion de todo buen cristiano, de aquellos prinvcipalmentc
de cabeza y de sentido caprichoso y
; soberbio, loco y teineriii io, a tin de que teman u
»Dios y huyan de todo encantamiento y de todo
» hechizo del diablo v
En este breve analisis que acabo de hacer de la
leyenda alemana, ha podido observar el lector ?,
que en ella no se menta este magnifico arte, que '
desde su origen le valio a Fausto la reputacion de •
hechicero. Sin embargo, no puede dudarse de la ,
identidad del Fausto de la historia con el Fausto ;
de la leyenda. Este Juan Fausto que la biografia i
catolica nos presenta pactando con el diablo y ^
descendiendo a los infiernos, es sin ia menor duda )
el mismo Juan Fausto que con Guttemberg se di-
]
viden la gloria de haber inventado la imprenta; j
el mismo Juan Fausto que en 1462, fue a Paris
j
para ofrecer a Luis XI uno de los primeros ejemplares
de la Biblia impresa, y que, por causa de ;
esta invencion fue acusado de brujo y estuvo a
;
pu.ito de ser q.uemado vivo, Conrado Durieux, el i
historiador mas antiguo que habla de la leyenda, ;
dice expresamente, que esta fue escrita por insti-
|
gacion de los frailes, a quienes el descubrimiento , ,
de Fausto quito para siempre las lucrativas fun- i
clones de copistas. Klinger, el autor aleman de uu ?
libro titulado: las Aventuras de Fausto y su baja-
^
da alos infiernos, emite esta misma opinion. Fi- ;
nalmente y esto es lo que desvanece toda duda, ,
existen otrt s leyendas alemanas que completan la ''.
que tradujo Palma Cayet, y que afirma, que Faus-
|
to se habia dado al diablo para reparar su fortu- ^
na, arruinada por los ensayos de su invencion. \
Volvamos pues a leer la biografia de Fausto, a
-^
'
ver si el hecho de que se trata se halla oculto de- ;
bajo de algun simbolo. La leyenda, de acuerdo <
con la historia, cuenta formalmente que Fausto \
no murio solo; una mujer, y un nino que habia te
nido a^. esta, perecieiou juntamente con el, y «al
parecer en el inisuio dia. Ni la encantada Helena,
ni su iiijo de encantamiento fueron encontrados
jamas, sino que se evaporaron con el. > La mujer
(\ue vivio y murio con Fausto se llamaba Helena.
En esto no hay nada de extraordinario, dira tal
ve/ el lector esceptico, pues son muchas las mujeles
que llevan el nombre de Helena. En esto precisamente
se equivoca el lector La Helena encantada
y seducida por Fausto no era una Helena
vulgar, pero antes oigaseme.
Un dia—era un domingo—«fueron unos estu-
A^diantes, sin haber sido invitados, a casa del doc-
»tor Fausto a cenar con el, llevando consigo ciertos
manjares y vino, pues eran gente rumbosa en
/>el gasto. Asi que el vino empezo a obrar su ordinario
efecto, tratose sobre mesa de la hermosura
'de las mujeres, y uno de los comensales comenzo
»i\ decir a otro, que el no queria ver a otra mujer
hermosa sino a la bella Helena de Grecia, jiorque
su hermosura habla sido causa de la total
ruina de la ciudad de Troya, anadiendo que sin
duda debio ser muy hermosa cuando habia sido
?obada tantas veces y que por su hermosura se
>/habia grangeado tan elevada posicion »
«A esto contesto el doctor Fausto: Puesto que
/>todos deseais ver la linda persona de la reina
»Helena, esposa de Menelao e hija de Tyndano y
»de Leda, hermana de Castor y de Polux, que fue
»la mujer mas bella de la Grecia, quiero traerosla
>/aqui mismo para que veais su person.a y espiritu
ven la misma forma y talle que tenia en vida.»
«En esto el doctor previno a sus companeros
»que ninguno hablara palabra ni se menease de
»la mesa, para ir a acariciarla, y en seg-iiida salio
»fuera de la estancia.»
«En seguida volvio ca entrar Fausto siguiendole
»d3tras Helena, tan admirablemente bella, que
»los estudiantes no sabian lo que les pasaba; tales
»eran su perturbacion y transporta.»
«Dicha Helena aparecio vestida de una precio-
»sa purpura negra, caidos sus cabellos en todo su
»largo, tan finos y bellos que parecian de fino oro, |
»y tan largos que le llegaban hasta mas abajo •!
»del grueso de las pantorrillas-,
sus ojos eran ne- ,
«gros^y brillantes, su mirar dulce y amoroso, y la
;
^cabeza pequena pero bien formada, sus labios
;
»del color de cereza, con una boca pequena, el ,
»cuello largo, bien contorneado y blanco como el !
»del cisne, las mejillas eran puras rosas, el rostro ?
^bellisimo V liso y su largo busto recto y bien pro-
|
»porcionado. Finalmente no era posible encontrar ,
»en ella la menor imperfeccion Dejose ver asi an- ,
»dandopor toda la sala de la estufa con un aire i
»mono y de coqueta de tal manera que los estu-
»diantes se sintieron inflamados de amor por ella, j
»y sino que sabian que era puro espiritu, no hu- !
.bieran podido contenerse de. tocarla. De este mo- i
»do saliose Helena tras de Fausto fuera de la es -
;
»tufa.
'
»E1 espiritu, para dar gusto al Doctor Fausto ,
»con su miserable carne, presentole cerca de me-
;
»dia noche, asi que hubo despertado, la figura de i
»la bella Helena de Grecia, tal como antes la ha-
?
»bia hecho ver a los estudiantes, se la echo en I
»sus brazos con el talle enteramente igual al de
?
»entonces y con una mirada amorosa y encanta- :
»dora. Apenas el doctor Fausto se apercibio der
» objeto, se le declaro su esclavo de corazon, en
j
»»t?iiiiinos que concibio por esta tal anioi-, que la
>;tomo por su querida, coacibieudo tan ardiente
»pasion por ella, que no podia dejar de mirarla de
i »continuo, llegando a quedar en cinta de el, y
»dando a luz un nino que era las delicias de Fausto,
al qiie puso por nombre Justo Fausto. Mas asi
que llego el termino de su vida la tierra se lo
j.trago juntamente con su madre.»
?Simbolo admirable! Helena, esta criatura maravillosa
que hizo al Asia celosa de la Grecia y cuya
sonrisa produjo la Iliada. Helena aparece de golpe
k esta sala gotica ante unos estudiantes deslumhrados,
es la belleza antigua que se revela a
las futuras generaciones. Esta magia de que se
sirve Fausto para evocar a Helena, es la que se
practica en Maguncia, en Franfort, y en Estrarsburgo:
es la misma que no tardara en resucitar a
Homero, Esquuo, Platon, Tacito y Dante es la
Imprenta! El talisman de Fausto es una prensa.
Los caracteres cabalisticos de que se sirve son las
veinte y cuatro letras del alfabeto, caida una a
una de la plancha xilografica en la caja del compositor,
hechas }'a movibles.
Mas esto no es bastante No basta que el genio
de la Edad Media evoque a la belleza antigua,
preciso es que se una a ella y la fecunde. No
basta que Fausto evoque a Helena, es menester
que se junte con ella y la Laga madre.
! El nino que nace de esta union, la leyenda le
! llama Justo Fausto, pero mas tarde Goethe le res-t
iituira su verdadero nombre; le apellidara Eufo-
(
riou y en el encarna la civilizacion moderna.
Asi queda completado el simbolo La civilizaj
cion moderna nace de la fecunda aproximacion
que la imprenta opera entre el genio de la Edad
Media y ?a belleza antignia- EufovioM debe nacer (
del matrimonio de Fausto con Helena. I
La leyenda toma a Fausto de la historia y le
\
transfiiiura. En adeliinte Fausto va no es el com- '
positor que levanta la letra en un taller, no es el i
operario con las manos ennegrecidas y la blusa |
manchada que deletrea por medio de un alfabeto '
de plomo las obras maestras del pensamiento hu- '\
mano Es el mago arrogante que evocando a Helena,
les sopla a los heroes su cortesana. El inven- ;
tor de la imprenta por medio de una magnifica^ ;
metamorfosis se convierte en un encaiitador tan )
poderoso que con el auxilio de sus demonios fami- ;
liares ha conquistado al pais clasico, y despues de '
la victoria ha escogido para su lecho Ja mas her- ;
mosa. El oscuro liviil de Guttemberg se ha hecho \
el resplandeciente rival de Paris. Fausto es un su- ;
blime D. Juan amante de la suprema belleza, y ]
que no encontrandola en su al.-edeJor, por fin la i
percibe en la antiguedad, en medio de la corte de ,
los semidioses, se arroja a ella, la roba y se la
\
lleva enloquecido de la profundidad de los siglos, i
?Que estupendo drama se descubre en este simbo- i
lo creado por la imaginacion catolica! Marlowe, ]
este poeta de Ja Inglaterra calvinista, cuya obra
]
Who Killed Bambi:
part 3. REALLY SORRY FOR DOUBLE tripple post, but text is huge.
entera vamos a revelar al piiblico frances, Mario- 1
we comprendio el admii-able asunto que la leyenda i
alemana suministraba a ?a escena. No puede de- <
jar de creerse leyendo los versos que su Fausto
dirige a Helena en el instante de percibirla. j
«?Es este el rostro que echo a pique mil navios e \
»incendio las magnificas torres del Ilion?
»Dulce Helena, hazme inmortal con un beso •.
«?Sus labios aspiran mi alma! ?Mirad como vuela a
»eJlos!
5>?Ven, Helena, ven, vuelvame ;n? alma!
»Aqxii q^iiero yo vivir, pues el cielo esta en sus
»la.bios, y todo lo que no es Helena, es polvo
«Quiero ser Paris, y por tu amor, en vez de
vTroya, Wittemberg- sera !a saqueada.
>>Quiero batirme con el debil Menelao, y llevar
>>tus colores en las plumas de mi casco.
riSi! Yo heriro a Aquiles en ol talon, y despues
»volvere a Helena por un beso.
»?0h! ?eres mas bella que la velada vestida de la
«brillantez de sus nnl lares de estrellas!
»?Tu eres mas resplandeciente que Jupiter cuau-
>;do en llamas se le aparecio a la desgraciada Se-
»meli, mas adorable que el rey de los mares en
»los azulados brazos de la caprichosa Arethusa!
«?Y ninguna otra sino tu sera mi muy amada!»
Ciertamente es dificil expresar con versos mas
preciosos la pasion de Fausto por la belleza antigua
El error de Marlowe, pues, no estuvo en des
conocer esta pasion, s:ino en haberla tratado con
sobrada ligereza. Esta pasion no debio ser solo un
incidente, sino el mismo asunto de su obra. No debia
concretarse a anunciar en algunos versos el
amor de Fausto por Helena, sino que debio poner
este amor en accion; debio mostrarnos al Fausto
germanico sustituido en realidad al troyano Paris,
robando a la vista del espectador a la hija de
Leda, llevandosela a su castillo gotico, y sosteniendo
alli otro sitio de Troya contra los griegos
coligados. Debia presentarnosle batiendose en la
escena con el debil I\Iene]ao. Debia hacernos ver
como rompia una lanza con Aquiles y causarnos
todas aquellas emociones del prodigioso torneo entre
el caballero y el heroe
Y a la verdad, si solo evistia un drarar. debia
eer este. Tratado por un genio este drama podia
reunir sobre el terreno neutro de la magia a la
antiguedad y a la Edad Media, al catolicismo y al
jiag-anismo; podia agrupar sobre la misma escena
y en una especie de sabat enciclopedico las creaciones
de la brujeria y las creaciones mitologicas:
podia evocar de las intimas profundidades de la
naturaleza donde ia fabula les oculta, los genios y
las dioses, las brujas y las sirenas, los duendes y
las nAyades, los hechiceros y las furias, y hacer
bailar en un mismo resplandor de luna a Mefistofeles
con Erichto. En su inmensa sintesis podia
animar todas las religiones de los hombres, vivificar
por un mismo soplo al panteismo catolico y al
panteismo pagano, y representar en una misma
decoracion al Infierno y al Hades.
Este es el drama que la leyenda alemana indicaba
al poeta. Mas si Mai-lowe no ha creado este
drama, no se lo censuremos, pues no ha sido por
su culpa sino por la de su tiempo. Aun no habia
llegado el momento en que este sublime asunto
que se cernia en el cielo puio del arte, debia descender
de lo posible a la realidad.
Cuando vivia Marlowe, es decir, a fines del siglo
XVI, las ideas generales no existian, aun la
humanidad se ignoraba a si misma, no conocia
sus origenes, ni sus luchas, ni su vida pasada; no
habia hecho de si misma este grande estudio historico
que yo me atreveria a llamar su examen de
conciencia, aun no habia encontrado a traves de
las formulas, en apariencia contradictorias, de
sus diferentes civilizaciones la unidad de su pensamiento;
no habia constituido su identidad ni establecido
bien su yo. No databa su nacimiento intelectual
como ahora de las primitivas religiones
del Asia y de las filOMOfi.'is griegas, sino del ciistinnismo;
no de Homero ni de Platon, sino del
Evangelio. Desde qtiince siglos atras vivia inclinada
sobre xiu solo libro, que ella llamaba el Libro,
la Biblia, y arrojaba el anatema sobre cuantos
se apartaban del texto sagrado. Josue habia
parado el so! en su marcha, luego era preciso encerrara
Galileo en una mazmorra. El Exodo dice:
no sufriras cerca de ti a los hechiceros, luego era
preciso quemarlos. La humanidad no se acercaba
siiiO con una curiosidad recelosa a las obras maestras
de la antiguedad recientemente descubiertas
por el Renacimiento: antes las miraba como profanas.
No estudiaba a la naturaleza sino temblando
y con el miedo de descubrir en ella una heregia.
Los sacerdotes catolicos y protestantes le decian:
si dudas eres condenado. Y, cosa que no puede
decirse sino con dolor: ?La humanidad tenia
miedo de su razon!
Marlowe, pues, no podia ver en Fausto el personaje
que conocemos ahora, el que puso en practica
la imprenta, el amante feliz de la belleza pagana,
el domador de la materia y el revelador de un
nuevo mundo. Por lo menos, si el vio a este personaje,
fue con tal aprension que pronto cerro la
puerta entreabierta del misterioso simbolo Loque
vio sobre todo en Fausto fue al hereje que abandona
el dogma por la ciencia; al curioso hijo de Eva
que va en busca de los secretos prohibidos, al voluptuoso
que se apresura demasiado a celebrar
con la serpiente un contiato de imbecil, porque
por adulterados placeres le vende las felicidades
eternas. Marlowe, doctor en artes de la Universidad
de Cambritge, concluye su drama, como el
fraile aleman habia concluido su leyenda, por la
condenacion.
«Fausto ya no existe, exclama Marlowe al con-
»cluir su drama; mirad su infernal caida, y ojala
»que su destino diabolico obligue al sabio a no
«concebir mas que admiracion por las cosas proLi-
»bidas cuyo profundo estudio conduce a los espi-
>^ritus aventureros a practicas prohibidas por el
»podev celestial.»
Cok esto Marlowe confirma en nombre del protestantismo
la sentencia que la leyenda habia
pronui. ciado contra Fausto en nombre del catolicismo.
Fausto, condenado en primera instancia
por el papismo, es condenado en segunda por el
calvinismo. Para ambas religiones solamente es la
fe la que salva Los martires y los verdugos de la
Saint-Barthelemy levantan a coro el mismo grito:
?anatema a la duda! ?anatema a la ciencia! ?anatema
a las obras!
?Que importa que Fausto sea honrado, generoso
y patriota, tal como nos le presenta Mai'lowe! ?que
importa que haga un viaje a Roma precisamente
para arrancar a un sacerdote de hi hoguera del
Santo-Oficio! ?qtie importa haber deseado librar a
su pais natal del extranjero que lo tenia invadido!
Fausto ha dudado de Dios: he aqui su crimen.
«?Como me embriaga esta idea! exclamo Fausto.
»?Forzar a los espiritus a que me traigan cuanto
»se me antoje! ?aque aclaren todas las cosas ambi-
»guas! ?a que lleven a termino todas las empresas
»por arduas que sean! A mi mandato volaran a la
»India para traerme oro, saquearan el oceano para
»traerme las perlas del Oriente; registraran todos
»los rincones del nuevo mundo para regalarme
»con sus exquisitos frutos y con sus primerizas de
>,licaJezas. Hare que me lean !a filosofia desconoicida,
les hare construir una muralla de bronce
^-alrededor de toda hi Alemania, y que una faja del
»rapido Rhin me cina la bella Wittemberg! Les
xobligare a que llenen las [escuelas piiblicas de ta
>les conocimientos que. gracias a ellos, los estu-
»diantes salgan explendidamente adornados. Con
»el dinero que me proporcionaran levantare ejer-
»citos y echare de nuestra tierra al principe de
>Parn)a.»
Tenemos, pues, que Fausto quiso estudiar, conocer
\ resolver las cosas ambiguas, leer las filosofias
desconocidas, exigir de la naturaleza los secretos
del bien estaV, y de la ciencia la palabra del
gran enigma, y por esto se ha condenado y sufre
el castigo de un suplicio eterno por haber querido
como otros robar el fuego del cielo.
Tal es el pensamiento moral del drama de Marlowe.
Con todo, ?quien lo creeria! A pesar de esta
conclusion tan implacable, a fuerza de ser ortodoxa,
los contemporaneos de Marlowe todavia la
encontraron sobrado indulgente-, le vituperaron
que hubiese presentado a Fausto interesante, y
haber atraido hacia el condenado la compasion
de! espectador en la ultima escena. Entro en ei
asunto la mala fe, y los puritanos, eoemigos rabiosos
del teatro que nacia, declararon al autor
complice de su heroe. Siguiendo una tactica odiosa,
que despues renovaron contra mas de un escritoi-,
declararon a Marlowe personalmente responsable
de ios atrevimientos filosoficos de Fausto;
acusaronle de haber endosado la cambial que
Faiisto habia escrito a la orden del diablo, y de
haber exclamado por boca del maldito: «La pala
bra condenacion no me espanta, pues para mi el
infierno son los campos Eliseos.»
Un antig-uo companero de Matlowe, que como
el habia sido actor y autor dramatico, pero que
despues por devocion habia renunciado publicamente
al teatro, Roberto Greene, apoyo con su
testimonio la acusacion de los puritanos, amonestando
hipocritamente al autor de Fausto, que renunciara
a' ateismo en un folie o (a), en que por
un parentesis desdoraba como plagiario la reputacion
del joven William Shakespeare. Comprendiose
el valor que habia de darse asemejante testimonio
en boca de un hombre que habia sido el
amigo y el confidente de Marlowe. ?Que argumento
para los enemigos del teatro, poder atacar como
hereje a su mas ilustre representante, a este
Kid Marlowe, que habia traducido con tanto brillo
los poemas profanos, Hero y Leandro y la Farsalia
de Lixcano; a este escritor precoz que a los
veinte y cinco anos ya habia hecho representar
sus cinco dramas Tamerlan, Eduardo II, la Matanza
de Paris, el Judio de Malta, y el Fausto, y
que habia descubierto esta forma tan popular en
que la prosa alterna con la poesia, y en que la
tragedia se mezcla con la comedia.
Denunciado de este modo Marlowe por su antiguo
amigo Roberto Greene, fue perseguido con
furor por los puritanos. Uno de estos, el Reverendo
Thomas Beard, ni siquiera titubeo en cargar su
conciencia con una mentira, afirmando en uu libro
que tenia por titulo Teatro de los juicios de
Dios, que el autor del Fausto habia escrito contra
!a Biblia una obra qxie jamas ha existido Otro,
Ilajiiado Bame, preparo un largo pedimento en
que exponia las opiniones condenables de Marlowe,
con el fin de intentarle un proceso criminal.
Y tal vez hubieramos asistido al inaudito espectaculo
de un autor dramatico quemado vivo polos
hechos y gestiones de uno de estos personajes,
si una catastrofe imprevista no hubiese suspendido
las persecuciones.
Esta catastrofe tuvo lugar el 15 de Junio ele
1593, y he aqiai en que circunstancias. Cristobal
Marlowe, lo mismo que Shakespeare, Moliere y
tantos otros, amaba a una mujer que le llevaba
enganado. Concluye por concebir sospechas acerca
de su conducta, espio sus pasos y por nn la sorprendio
en un mal sitio enlos brazos de un criado
llamado Francisco Archer. Ciego de rabia se echa
sobre el perillan con piTUal en mano; mas el criado,
aa'il V robusto, coge la mano armada de Marlowe,
y la vuelve contra este mismo, clavandole con
gran violencia la hoja dentro del ojo; el desdichado
poeta cayo espirando. Corrieron eu busca de
un cirujano, mas llego tarde; la punta habia penetrado
hasta el cerebro, Marlowe era cadaver. Esta
terrible escena, mas tragica que los dramas del
poeta, paso en una ciudad de provincia llamada
Deptford. En esta ciudad, puede leei-se todavia en
los registros mortuorios de la Iglesia de San Nicolas
esta breve y siniestra inscripcion: CRISTOBAL
MARLOWE, MUERTO POR FRANCISCO ARCHER,
EL 16 DE JUNIO DE 1593. El autor del
Fausto, nacido en Febrero de 156.3, apenas tenia
oO anos.
El poeta, aun muerto no hallo gracia evi sus
enemigos, pues le hicieron el epitafio en \ina can
cion de la que puede jungarse por la estrofa siguioute:
«Su libertinaje era desenfrenado como su vida
»y causo su muerte; pues en una rina mortal,
sprobo de quitar la respiracion a un hombre rival
»suyo, y fue muerto con su propia dag-a; echo un
Who Killed Bambi:
»i-onquido y no dijo palabra, teniendo el ojo y el
>;cerebro traspasados.»
Esta copla atroz puede dar una-idea del encarnizamiento
de los adversarios de Marlowe. Su fin
tan doloroso fue presentado por los predicadores
puritanos como una expiacion demasiado dulce de
este ateismo que habia profesado en sus obras.
Para ser justos en la critica que emitimos sobre
este poeta no comprendido y desconocido, juzguemos
su Fausto lio bajo el punto de vista absoluto
del asunto, sino bajo el relativo de la epoca
en que vivio. Consideremos ante todo que Marlowe
escribia en un tiempo en que el teatro habia
nacido, en que los grandes tragicos se llamaban
Jodelle en Francia y Gascugna en Inglaterra,
tomemos su drama no como obra moderna, sino
como una obra de transicion entre los misterios de
la Edad Media y el drama de Shakespeare, entre
liis farsas de Coventrj- y Hamlet. Entonces no nos
chocaran los defectos de esta tragedia y su falta
de unidad, de lo grotesco de la accion, de lo
comico algo envejecido de ciertas situaciones,
pero haremos justicia a las cualidades reales de la
obra. Admiraremos la escena del pacto, tan terrible
por su mismo prosaismo, y la otra magnifica
escena en que el resplandor del cielo estrellado
obliga a Fausto espantado a reconocer la existencia
de aqixel Dios que renego. Admiraremos los
arrebatadores versos qiie saludan la aparicion de
Helcva, y Catc monolog'o que ha quedado celebro,
en que Fausto, esperando el aborde de Satan, nos
descubre sus torturas interiores, y nos pinta con
tan elocuente desesperacion la ultima hora del
condenado.
A raa^ de esto, recordemonos de lo qiie era el
fanatismo de los contemporaneos de Marlowe, del
odio de sus enemigos, y reconoceremos que a Mar
lowe no le falto el talento, sino el publico- Suponiendo
que Marlowe hubiese comprendido perfectamente
la idea que representaba Fausto, esto es,
el amor de la Edad Media por la antiguedad, a
buen seguro que hubiera i*etrocedido ante el desenvolvimiento
de esta idea; la universal intolerancia
no le hubiera peimitido animar este asunto
profano; toda la Inglaterra protestante hubiera
denunciado como una monstruosa herejia esta
union d© Fausto y Helena, reconciliando en un
beso adultero al mundo cristiano con el uuindo
pagano Y aun puede que si hubjese emprendido
esta sacrilega reconciliacion, la lev hubiera forzado
al imprudente comediante a ir a representar
el ultimo acto del drama sobre la plataforma de
una hoguera.
Lo que era imposible a Marlowe, Goethe pudo
hacerlo, ?Y porque? Porque Goethe ha vivido en
un tiempo en que estaba gaaada la victo ia intelectual,
en que los dogmas iban en derrota y en
que el pensamiento ya era libre. Es que Goethe
vino despues de los enciclopedistas, despues de
Bacon, de Locke, de Condiiiac, de Voltaire, de Diderot
y de Spinosa. Entonces habia pasado ya el
terror religioso; la razon, asegurada por Descartes,
habia dejado de temblar ante la fe. El hombre
estudiaba la naturaleza en pleno dia, los co
iiocimieiitos humanos habian abandonado su antiguo
pseudnmino, y tomado sii verdadero nombre;
pues la alquimia se habia quitado la mascara, y
se llamaba la quimica; lo mismo que la astrologia
que se llamaba la astronomia; la heregia se denominaba
la filosofia, y la magia despojada de su
misterioso ropage de la Edad Media, se llamaba
la ciencia. Entonces la antiguedad habia sido examinada,
explorada y escudrinada en sus obras
maestras y en sus monumentos. El Olimpo se habia
vuelto clasico; el arte habia levantado las estatuas
de los dioses derribados por la fe. Apolo
habia encontrado su pedestal en Belveder, y Venus
resucitada tenia su templo en cada Museo.
Entonces la historia habia descubierto la filiacion
secreta de las civilizaciones, y consagrado
con los hechos esta union de la antiguedad y de
la Edad Media que la leyenda habia simbolizado
en los amores de Fausto y Hefena.
Comparense las existencias tan diversas de Marlowe
y de Goethe, y se explicara con mas facilidad
la profunda diferencia de sus dos obras. Por
haber querido Marlowe atraer hacia su Fausto la
compasion del espectador, a pesar del rigor demasiado
ortodoxo de su conclusion, fue acusado
de herege, renegado de sus companeros y excomulgado
por el clero: hubiera sido juzgado, condenado
y tal vez quemado, si el cuchillo de Francisco
Archer no le hubiese librado de la hoguera.
Su muerte es considerada como un castigo del
cielo, y la posteridad, todavia mas cruel que los
contemporaneos del poeta, le condeno a la infamante
pena del olvido. Por el contrario ved el
destino de Goethe! Goethe, autor a los veinte
anos de la primera parte de Fausto, llega a ser
ministro de iin grcan duqne de Saxonia: tiene bajo
de sil soberana direccion el Instititto, las bibliotecas,
los museos y los teatros. No gobierna sino que
reina en Weimar, donde tiene su corte de principes
y de grandes escritores, admitiendo a su besamanos
a toda la juventud Alemana. Puede a su
capricho desgraciar a Novalis y proteger a Schi-
11er. El es tambien emperador, y le falto bien poco
que por six musa no fuera echado el imprudente
vencedor de Jena que oso invadir ^us dominios.
El es asimismo Cesar, y puede sin ser tachado de
usurpador, dirigir a su amigo Falk esta pregunta:
«?Por cuanto tiempo voy a llevar todavia sobre
mis espaldas mi antigua purpura imperial?»
Soberano iibsoluto de su pensamiento y de su
publico, Goethe pudo atreverse a todo, sin imponerse
ninguna restriccion ni guardar el menor
miramiento- Pudo, pues, desenvolver sin ningiin
temor la idea que Marlowc solo pudo iiidicar.
Ademas desde que Goethe hubo comprendido esta
idea que babia desconocido totalmente en la primera
parte de su obra, tan pronto como hubo
comprendido el prodigioso «imbolo que le presentaba
la union de Fausto con Helena, no titubeo
en hacei de esta idea y de este simbolo el asunto
de un drama nuevo, y escribio la segunda parte
del Fmisto. En ella Fausto ya no es el D Juan
vulgar qtxe hemos conocido: el seductor de Margarita
y el asesino de Valentin, ha tomado la sublime
individualidad que le habia dado la leyenda,
ha vuelto a sus verdaderos amores volviendo
i ser el amante de Helena. ?1, el genio de la Edad
Media, ha reconquistado por fin su homerica beldad,
y gracias a este legitimo adtilterio, ejigerjdro
a Euforion, el genio moderno.
3
Mas, porque Goethe supo desenvolver con mag:-
nificencia este asunto, hemos de decir que lo ha
creado? Porque fue el autor del drama definitivo
hade decirse que lo es de la idea primitiva? El
piiblico que siempre se deslumhra por el resultado,
ha llevado a Goethe todo el honor de la invencion:
en su ciego entusiasmo ha querido que
Goethe fuese el verdadero padre de esta Helena
y de este Fausto de quien no es mas que el ilustre
padrino; y la critica, ig-ualraente deslumhrada,
sobre este punto ha alentado y hecho casi suyo el
error del publico. Y lo que mas curioso es, es que
Goethe con esta facultad de absorber en si mismo
que tiene el g'enio, concluye por ser la victima de
la ilusion general, pues a fuerza de asimilarse su
asunto por la contemplacion, concluye por figurarse
que lo ha creado. Asi es, que despues de haber
trazado el plan de la segunda parte de Fausto,
escribio a Schiller con un entusiasmo verdaderamente
paternal, e' 12 de setiembre de 1800:
«Esta semana he llevado a feliz termino las si-
»tuacioues de que os he hablado, y mi Helena ha
»visto verdaderamente Ja luz. Ahora lo bello me
»lleva de tal modo hacia el circulo de mi heroina
»que me aflige tener que convertirla en una espe-
»cie de cuento de las mil y una noches.» Y veinte
anos despues, habiendo vuelto a emprender la
tarea abandonada, decia a Zelter. «Debo cou-
»fiarte que por lo que respecta al plan poetico,
»pero no a los desenvolvimientos, he vuelto a em-
»prender ios trabajos preliminares de una obra
»importante, sobre la cual, despues de la muerte
»de Schiller, no habia puesto los ojos, y que sin el
mmprobo trabajo del dia se hubiera quedado in
»limbo patrum. Ei caracter de esta obra es insls
»tir mas y mas sobre los dominios de la literatura
>moderna, y no obstante desafio a cualquiera del
»'mu7ido que no Uegairi a percibir la mas pequena
»idea.» Finalmente asi que se hubo publicado la
obra, escribia otra vez al mismo Zelter: «Ahora
»se ya como ha sido saludada Helena en Edim-
»burgo, en Paris y en Moscou. El Escoces trabaja
»en penetrar la obra, el Frances en comprender-
»la, y el Ruso en apropiarsela.» Goethe, porBlaze,
p. 12 y 43.
Permitame Goethe que le conteste en lugar do
Zeiter, y hacerle con todo respeto la observacion
de que aqui se manifiesta un poco demasiado receloso.
La que introduce en el murdo como su propia
Helena otros se la habian presentado ya. El
autor de la leyenda alemana ya se la habia manifestado
en los brazos de Fausto, y Marlowe nos
habia explicado esta mistica union en deliciosos
ve; sos.
L'iiando Goethe escribia a su amigo ?ignoraba tal
vez estos versos en que el escenario de su tercer
acto parece indicar en sus principales detalles, "el
robo de Helena, la sustitucion de Fausto a Paris y
su combate con Meiielao??Ig-noraba Goethe la obra
de Marlowe? Cuestion e; esta muj'g'rave y de dificil
resolucion. Eii lo que no cabe la menor duda es
que. apesar de radicales diferencias, seria facil
descubrir mas de una analogia entre el Fausto de
Marlowe y el Fausto de Goethe. Por ejVmplo, en
?a* primera escena, cuando el Fausto de Marlowe,
.•entado en su laboratorio y despues de haber pasado
revista de todas las escenas humanas, se resuelve
a practicar la magia, ?acaso no habla como
e! Fausto de Goethe? 6uando mas arriba el Fausto
do- Marlowe evoca ar.tecl Emperador de Alemania
los mudos fantasmas de Alejandro y de su cortesana,
?no se parece en mucho al Fausto de Goethe
evocando ante el Emperador de Alemania los mudos
fantasmas de Paris y de su querida? ?Que el
Fausto de Marlowe y el Fausto de Goethe no son
ambos celosos gibelinos? ?En premio de sus servicios
no son los dos ministros de su respectivo Emperador?
No permita Dios que yo dispute la originalidad
de Goethe en el conjunto de su drama. Lo que
pretendo es que esta originalidad, tan poderosa
como es, no usurpe la de los otros. Ahora, puas, la
originalidad del gran poeta de Weimar no esta
alli doitde la critica se ha complacido en hallarla;
no esta, en la creacion de las figuras principales de
la obra, sino en la invencion de las secundarias.
El no creo a Helena, ni menos a Fausto, ni a Menstofeles
ni a Wagner, pero si a Euforion, a Homuncul'zs
y al Estaidiante. La originalidad de
Goethe no esta tampoco en el descubrimiento de
la idea, sino en su desenvolvimiento, en el cambio
de las relaciones entre los personajes, y en la composicion
de las escenas Lo que le pertenece, por
ejemplo, y es muy suyo, es este Walpurgis pagano
donde Fausto asiote al sabat de la antiguedad,
despues de haber asistido al sabat de la Edad Media,
en el que Mefistofeles, este diablo de la leyenda,
anda descarriado entre los demonios de la
mitologia, donde este grotesco del romanticismo
pasa revista de todos los grotestos clasicos, los
kiahires, los dactylos, losimbos, los Arimaspos, los
Grifos, y los Lamias. La leyenda, al conjurar a
Helena, solo habla evocado de lo pasado la beldad
suprema; pero Goethe, conjurando a Forquias,
evoca la fealdad ideal.
Lo que tambien le pertenece a Goethe es el desenlace
de sil drama.
La leyenda catolica termina la vida de Fausto
por la condenacion.
El drama protestante de Marlowe acaba tambien
por la condenacion.
El drama panteistico de Goethe concluye con el
perdon.
?Conclusion sublime, pero que solo era posible
en el siglo XIX! Goethe rasga el pacto que Fausto
habia cerrado con el demonio; esta letra pasada
a la orden del usurero diabolico fue declarada
nula y como no celebrada en virtud de la justicia
suprema, cuya filosofia le dicta la sentencia. Y en
cuanto el ahna del condenado, a esta alma que la
ortodoxia religiosa tenia encerrada en el infierno,
Goethe la libra, la purifica y la hace llevar por los
angelitos a lo mas elevado del paraiso!
Tal es, en resumen, la parte de invencion que le
pertenece a Goethe de su drama, parte inmensa,
que basta para su gloria. Pero, que no se olvide,
Fausto no pertenece a ningun poeta, sino a todos
los poetas; ni tampoco pertenece a un pueblo dado,
sino a todos los pueblos; ni menos a un arte
solo, sino a todas las Artes. Es del aleman Widmann,
que le representa bajando a los infiernos;
es del ingles Marlowe que nos lo muestra pegandole
un bofeton al papa; es del holandes Rembscandt
que lo ha pintado vestido de una hopalanda
burda y de pie delante de su mesa cubierta de
alambiques y de cxxernos, y mirando con los punos
cerrados una figura cabalistica dibujada en la pared.
- Fausto, personaje a la vez real y fantastico,
no es un hombre sino un tipo. Es el genio de la
Edad Media, iluminado en el claro oscuro del
siglo XV, por ei ultimo resplandor del antiguo crepusculo
y por la luz de la moderna aurora.—Para
la historia es el operario que construN'e la gigantesca
prensa de Maguncia; para la leyenda, es el
alquimista que busca la piedra filosofal, el encantador
que evoca la beldad pagana, el brujo que se
hace servir por los demonios. Fausto es el grande
insurrecto de la duda contra la fe, del libro contra
la catedral, y de la ciencia contra el dogma Es el
gran hereje, el gran excomulgado, el gran desesperado.
Fausto es al Dios catolico lo que Titan es
a Jiipiter. No pertenece mas a Goethe que Prometeo
a Eskilo.
FkanCISCO Victor Hugo *Last part :(
Text looks like this *FkanCISCO Victor Hugo ** .
This is awesome text, problem is i missed knowldge in this language and some problems with english too :) Thanks and sorry.
X_Treme:
you do it wrong hahaha, the google traslator is the real shit, the text in "spanish" dont have any sense
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