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El Ermitaño [Relato corto]
Crowar:
El viento que se levantaba era fresco y habia poca arena en el aire, el sol no estaba tan potente como siempre, era un día casi perfecto para el Wasteland, EL misterioso hombre vigilaba las ruinas a la distancia, sentado, esperando la oportunidad perfecta, al grupo perfecto. A pesar de que su instinto le decía que tenia que ser cuidadoso, no podía evitar sentirse relajado, No había criaturas que lo asecharan, calor que lo deshidratara, o arena que entrara en su boca, tan solo esperaba sentado en la colina a la espera de que algún grupo perdido llegara a buscar basura en la ciudad.
Era tal tranquilidad que casi se queda dormido, había pasado malas noches y el cansancio apenas lo dejo dormir, pero no podía dejarse caer por el sueño, necesitaba estar atento. Sus ojos empezaban a ponerse cada vez mas pesados, y era mas difícil volverlos a abrir, hasta que en un momento se dejo caer, y se quedo dormido en el suelo, el tiempo paso y tomo conciencia otra vez, no logro tener un sueño perfecto, pero por lo menos no eran pesadillas. Cuando volvió su vista hacia los edificios abandonados vio a un pequeño grupo de escavadores, rápidamente se tumbo boca abajo, tomo la mira de su arma y miro la carreta improvisada que usaban, había unas cuantas cosas, pero solo una le llamo la atención, se levanto y hecho a correr por toda la colina, casi cae rodando por ella, El hombre se escondió detrás de una puerta y espero a que el grupo pasase, sintió sus leves pasos, se puso la mascara y se preparo para sorprenderlos.
Estaba confiado de que el grupo no estaría armado y no pudieran defenderse de el y mucho menos teniendo un arma de fuego de semejante calibre.
Estaban justo del otro lado de la puerta, Tomo la perilla, Abrió la puerta y levanto su arma apuntándole al que llevaba el carro.
-Manos Arriba-Dijo mientras se acercaba con su arma-Sal de la carreta ahora mismo.
Los escavadores estaban en shock, el anciano que estaba sobre la carreta se bajo lentamente y se arrodillo suplicando que no lo matara. El hombre sabia que no podía confiarse demasiado, observo detenidamente a los 6 integrantes del grupo, entre ellos había un chico, lo señalo y le dijo.
-Tu, Niño, ve y recoge esa caja que esta en la carreta- dijo con ferocidad
-¿Caja?- Interrogo el niño confundido
-Pero que le enseña a estos chicos….La cosa esa de metal que brilla- señalando ahora a la caja
El niño parecía entenderle, esta vez, pero no sabia que hacer, el niño retrocedió unos pasos hasta que la madre lo detuvo, ella lo miro y sonrió nerviosamente.
-Ve…-dijo ella
El joven obedeció y fue hasta la carreta, tomo la caja que le resultaba bastante pesada y se la acerco al asaltaltante.
-¿Tiene llave?-Le pregunto al anciano
-eh eh…no…no sabemos….si no le basta tengo mas cosas…
-Silencio…y quédense quietos.
El hombre miro la caja en busca de ago, noto un sello raro en ella, era justamente lo que el buscaba.
-La encontramos en un gran edificio hundido en la tierra, no muy lejos de aquí…
El hombre no dio importancia al relato del Anciano y empezó a retroceder, sin decir nada mas, luego de alejarse lo suficiente hecho a correr.
EL anciano se levanto levemente y miro a los demás de la caravana con cierto miedo y confusión. Fue entonces cuando un hombre se acerco a los gritos, era otro miembro de la caravana, tenía sus ropas arañadas y parecía muy perturbado.
-RATAS! UNA OLEADA CORRAN!
-¿Ratas?-Pregunto esta vez el anciano...el hombre no se paro a hablar y siguió corriendo y vio como una gran cantidad de ratas venían directamente hacia ellos-Oh dios…Rápido súbanse a algo alto.
Los miembros de la caravana obedecieron, se subieron a los coches, el anciano, con miedo intento alcanzar unos montículos de neumáticos, pero le era imposible subir, y las ratas ya casi estaban cerca, era su fin, las ratas lo devorarían vivo.
Se dio por vencido, pero una mano lo tomo del brazo y lo levanto…Era el mismo hombre que los había asaltado, esta vez ayudándolos. El anciano no podía entender lo que pasaba, ¿por que volvió para ayudarles? El hombre levanto su arma, quito el seguro y empezó a disparar contra las ratas, que caían una pila de dominós.
Fue entonces que el viento se levanto mas fuerte y el viejo escavador pudo ver una inscripción rara en la mochila del Asaltante, que al principio le resulto desconocida, pero luego se dio cuenta de donde venia y que decía…Y en el aire, entre los disparos y los chillidos de las ratas se escucho la leve voz del anciano.
-Gracias…Ermitaño
CardeV:
Encantador, aun lo podés pulir un poco mas,
algunos detalles de narrativa nomas,
pero en si esta buenísimo el cuento, me gustó.
.
.
Un abrazo!
Eternauta:
Che no había notado este post... Está bueno el relato, me gustaron los "vacíos" de sentido. ¿Hay segunda parte?
Crowar:
of course, en cuanto pueda, lo seguire.
X_Treme:
muy bueno!!! espero la segunda parte, segui asi
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